Intensidad

Iluminación en Noviembre de
Navidad anticipada,
Tiendas de gente, cosas y música abarrotadas,
Esperanzas de fiestas renovadas,
Nostalgias fuertemente disimuladas,
Suerte de lotería perseguida y pagada,
Intensa actividad en calles y casas,
Dádivas a personas conocidas y amadas,
Amor en felicitaciones y dichas bien deseadas,
Dios Niño ha nacido: cariño, cariño y calma.

Reviviendo aquello...

Está lloviendo; pero salto rápida de la cama;
es una lluvia cadenciosa, mansa,
y a través de ella y del cristal,
ya veo el sol en mi ventana.
¡Dios mío, estoy enamorada!
transcurre el día y escucho esa música:
música que encadena, que enajena ¡encadenada!
Cálidas oleadas de notas envuelven y abrazan.
¡Dios mío, estoy enamorada!
Y ya al atardecer él llega y asida a su mano
avanzo hacia el encendido horizonte
de luces doradas...
¡Dios mío, estoy enamorada!
y veo el sol en la lluvia y oígo música en el silencio
y en la noche oscura o estrellada
siento su respiración que se une a la mía
y es un aliento de compartida esperanza...

A mi nieto blanco o a mi nieto negro...

A mi nieto blanco
o a mi nieto negro
yo estuve esperando
con los brazos abiertos.
Llegó mi nieto negro
con sus ojos grandes
y su pelito crespo.
Era guapo, para si poder cabía
aun mas quererlo;
pero lo que ya de lleno
le introdujo en mi pecho,
fue su caracter alegre y sereno
que con sus sanos diez meses y medio
aceptaba los cambios en su vida
sin lloriqueos ni miedo...

¡Campanas!

Campanas presas de la ciudad,
¿qué daríais vosotras por volar
y acariciar el aire puro
de la mañana?
Campanas, campanas mudas
por no crecer ruidos,
campanas quietas en el olvido...
Sin voz y sin alas...
Campanas de la ciudad
¿quién os dará libertad?

El Pensamiento de un Árbol

Íbamos admirando
las rubias llanuras,
cuando en medio de ellas
surgió aquel verde árbol
en soledad
y le pregunté a mi hijo
¿qué hará ahí ese árbosl solitario?
y él me contestó: Pensar...

Ría de Bilbao me gustas

Ría de Bilbao me gustas:
a pesar de tus fábricas y de tus grúas,
a pesar de tus barcazas y de tu agua sucia.
Me pasa como a las gaviotas, tus compañeras,
que aunque te quieran blanca, te aceptan negra.
No me desazonan tus márgenes deterioradas,
no, no me dan pena; pero sí rabia,
un poco de cariño te hubieran traído
industrias y riquezas sin desaliño.
Ría de Bilbao que quizá añoras
los días de pesca y mar te digo ahora
que con las luces del ocaso y de la aurora
vuelves a ser azul perlada y rosa,
el cielo compasivo te torna hermosa;
pero tengo que decirte, aun siendo sucia,
Ría de Bilbao, a mí me gustas.
(En 1977, actualmente la cosa a cambiado... no sé si ha perdido encanto...)

San Leonardo en verano

Imagínate pinares verdes y campos dorados
y arroyos de ámbar, así es San Leonardo.
Imagínate cigüeñas en torres o llanos,
cantos de cigarra… así es San Leonardo.
Imagínate un aroma como, si sin humo
se estuvieran quemando
tomillos y estepas, así es San Leonardo.
Imagínate todo esto bajo un cielo azul
y un sol irradiando
con un pinar verde, y oro del campo
y ámbar del arroyo, plata de la fuente…
y envuelto en olores a resina,
que el pino está sudando…
y tendrás una idea, una idea pequeña
de lo que es San Leonardo.

(19-10-1979)

Aquellos trenes

Me gustaban aquellos trenes fuertes y serios
de color verde o marrón o gris o negro,
daban idea de tener conciencia;
saber lo que llevaban dentro.
Era su chimenea humeante
y su corazón de fuego,
de un sonido trepidante
que aceleraba el aliento
y aquel pitido que al salir de sus entrañas
llegaba alto, alto, hasta el cielo,
unas veces parecía decir:
ya parto, parto... y otras ya llego.

Mañanitas

Hay mañanitas y
hay mañanas,
mañanitas de Ramos,
mañanitas de Pascua,
mañanitas de Primera Comunión,
mañanitas de San Juan,
mañanitas de niña con amor...
Hay mañanas que sin más
se tornan en mañanitas
con sólo un rayo de sol,
enloquecen de alegría...
Hay mañanas tan mañanas
que ¡ay! no apetece
ni abandonar la cama;
pero hay mañanitas
llenas de auforia,
de brisas, de campanas, de risas...
son las mañanitas de Gloria.

Hijos

Ven, míralos, parecen buenos,
nunca serán mas tuyos
ni mas pequeños;
pero no les des arrullos
que interrumpan su sueño.
Me gusta verlos dormidos...
¡son así tan nuestros...!

Era una playa risueña

Azuladas aguas de espumas blancas
brillando bajo el sol,
corrían musicando
a la dorada arena
y yo, sorbiéndome la brisa,
al verla, volví a sentir
lo mismo que sentía de pequeña.

Carreterita blanca

Carreterita blanca,
carreterita estrecha,
te va a comer la maleza,
ya no existen camineros
que te dediquen desvelos
y se están haciendo viejos
los chopos, tus compañeros...
La gente llena de prisas
prefiere las autopistas
desdeñando tu pereza
que descubre la belleza
de vallecitos y oteros,
de la extendida llanura,
de arroyos con agua pura,
de praderas y de pueblos...
Carreterita estrecha
cumpliste tu misión
acá en la tierra.
Lo ignoran los pájaros
las zarzas y las culebras...
Carreterita blanca
que tanto quiero
te seguiré siempre,
andando el cielo.