martes, 3 de abril de 2012

Había claridad sin resplandor,
la mañana nacida sin alegría ni dolor,
empezó a crecer lentamente
de repente un fulgor,
como de oro caliente
pareció animar la tierra.
No alumbró el sol
montañas ni campos
¡destellaron antenas!
Millares de tejados se empezaron a separar...
se dibujaron calles
¡El sol llegaba a la ciudad!